Crónica Maratón de Valencia Trinidad Alfonso edp 2017
- Admin
- 22 nov 2017
- 6 Min. de lectura
Sólo hay ilusión y confianza en mi sonrisa. Sé que he hecho bien el trabajo y llevo varios días deseando que llegue este momento. Mires donde mires hay miles de personas ilusionadas y con un sueño por cumplir. Unas sonríen y hablan con la gente, otros gritan a la multitud y saltan inquietos para mantener el calor y muchos concentrados con la mirada fija, la música puesta y posiblemente visualizándose cruzando la meta. Más de 20.000 locos dispuestos a soñar. Personas que tienen suficientes razones para desafiar a los 42.195 m y están dispuestos a sufrir (y mucho) para vencerlos. Porque el que corre un maratón sufre siempre, y tienes que quererlo mucho para no rendirte.
Si, vamos. Hazle caso a tu corazón. Olvídate de lo que has pasado, de lo que puede pasar o de todas esas cosas que se te vienen a la cabeza. Ve a por eso por lo que has luchado tanto tiempo. Ve a por lo que te hace brillar los ojos, temblar las piernas y te pone a mil por hora el corazón. Eso es lo que realmente vale la pena. Y si sale mal pues que salga. Ya veremos qué hacemos entonces, ya veremos cuántas tiritas ponemos, pero al menos no te quedes con esa espinita clavada, la de quedarte con la duda de lo que podría haber pasado. Y es que, si sale bien ¿que? ¿Acaso no piensas en lo feliz que puedes llegar a ser? Deja los miedos a un lado, no sirven para nada. Recuerda que todos merecemos una oportunidad, y tú también. Recuerda que el sacrificio, el esfuerzo y el amor por lo que haces mueve tu mundo siempre para el mejor lado.
Estoy concentrado en la salida, en intentar no caer al suelo y en intentar perder el mínimo tiempo posible en los primeros kilómetros. Suena el disparo de salida y poco a poco empezamos a correr. Victor y yo nos buscamos continuamente con la mirada para no perdernos y conseguimos colocarnos en un lado para correr con la menor presión posible. Primer kilómetro a 4':29" "no hemos perdido nada de tiempo". Pasamos los primeros 5.000 metros y las sensaciones son inmejorables.
Primer avituallamiento. Hay que empezar a hidratar el cuerpo sino lo pasaremos mal. El 95% de humedad que había a las 8:30 de la mañana hace que te deshidrates más rápido y casi sin darte cuenta, así que bebe aunque no lo necesites. y sigue dando zancadas con la sonrisa en la cara.
Le doy a mi compañero una pastilla de sales mientras yo recojo el botellín de agua. Además de agua, el cuerpo pierde muchas sales que hay que ir reponiendo para evitar calambres. Me giro un segundo y me encuentro con una persona a la que me hace especial ilusión conocer. Sergio Trull, conocido en las redes sociales como @pitufollow esta corriendo justo detrás de nosotros así que le saludamos e intercambiamos algunas palabras de ánimo. Sé que él también quiere bajar de 3h:10' así que a partir de ahora lo usaremos como referencia. Llevamos un ritmo perfecto, ligeramente más rápido del previsto pero Valencia es un maratón rápido y confiamos en nuestras posibilidades. Quizás un exceso de confianza que será el culpable del calvario que nos esperaba.
Pasamos por la media maratón en un tiempo de 1h:32':12". esta marca supone mi tercer mejor tiempo en media maratón y todavía nos quedan otros 21 kilómetros más. Las sensaciones siguen siendo espectaculares. El ambiente es único, os juro que jamás había corrido con tanta gente gritándome. Mires donde mires siempre hay una sonrisa que ayuda, una mano que choca o unas palabras que te alientan a seguir. Vamos por el buen camino, vamos a seguir soñando.
Llevamos 2h:12' corriendo...Los 30 kilómetros más rápidos de mi vida. Eso demuestra el gran esfuerzo que estamos haciendo, la gran preparación que hemos hecho y todavía nos sentimos con fuerzas. Pasados un par de kilómetros empiezo a notar sensaciones extrañas en mis piernas. No sabría muy bien explicarlas pero aunque todavía corro rápido cada vez me cuesta más avanzar. Le pido a Victor que bajemos el ritmo un par de kilómetros a ver si consigo reponerme un poco. Vamos tan sólo 5 segundo más lentos por kilómetro y pasan los metros...cada vez más lento y cada vez más pesados. Ya son 4 los kilómetros que llevamos lastrados y me siento vacío... La verdad es que llevo ya bastantes kilómetros sufriendo en silencio. Victor me pregunta si estoy bien y siempre le digo que si, a pesar de no estarlo, a pesar de correr dos pasos por detrás de él porque está tirando de mí, a pesar de sentir cómo mis piernas y mi cabeza me están abandonando.

Kilómetro 36. Me paro... Sigue tú, puedes hacerlo. Lo siento... siento dejarte sólo en esta dura batalla que nos espera pero esto ya lo habíamos hablado. Si pincho quiero que sigas corriendo y cumplas tu sueño.
Un maratón no es sólo correr 42.195m. Un maratón son seis meses... 24 semanas de trabajo específico dedicándonos en cuerpo y alma a entrenarnos para este momento. Frío, mucho frío. viento, agua, sol, sueño porque hay que entrenar antes de trabajar usándo una linterna porque todavía no ha amanecido. No llevas 2 horas y cuarto luchando por tu sueño, llevas mucho más tiempo y no quiero estropearlo...
Mis piernas me han obligado a parar. Es la primera vez que tengo que parar a andar en una carrera. Estiro durante unos segundos y empiezo a enlazar pasos tórpemente. Estas a 5 km de la meta, sólo a 5 kilómetros. Empiezo a trotar de nuevo, recorro 300 metros y mis piernas vuelven a obligarme a parar. Creía que era sólo un bache, pero la maratón cuando pega lo hace fuerte. Se asegura de que ya no puedas volver a ser el de antes, ese que hace tan sólo 5 minutos estaba corriendo a 4':25"/km y ahora apenas puede dar dos pasos seguidos sin hacer una mueca de dolor.
Los kilómetros se hacen interminables. Sé que no puedo cumplir el objetivo previsto pero aún puedo luchar por hacer marca personal. Mi lucha se convierte es un bucle infinito: parar, estirar, andar trotar y vuelta a empezar. Hoy estoy vacío. Hoy no es ese Jona que todo lo puede el que esta ahi. No me sirve pensar en nadie ni en nada, no me sirve porque mi cabeza quiere levantarse y correr pero mis piernas no pueden más. Los calambres empiezan a aparecer en la espalda y los brazos. Tengo el brazo derecho paralizado, el cuello rígido y las plantas de los pies me arden. Puedo parecer débil en estos momentos, pero un tigre herido que se defiende con garras y dientes no es débil, es furo y peligroso. Todo el mundo me esta mirando pero hay una mirada de entre todas ellas que es distinta. Una chica no ve un chico débil que esta rindiéndose. Una chica ha visto al tigre herido que esta luchando. No olvidaré la forma en que me miró. Cuando todos se compadecían de mí ella supo decirme que no me parara. Que caminara si no podía correr o que me arrastrara si hacía falta pero tenía que seguir intentándolo. Pude ver en sus ojos las ganas de salir a empujarme. Me tendió su hombro para seguir luchando.
Rozo el kilómetro 40 cuando un pinchazo en el estómago me obliga a volver a parar. Saco todo lo que tengo dentro, literalmente todo. Me tiro una botella de agua por encima y bebo otra. Me apoyo en una de las vallas , cierro los ojos y aprieto los dientes. "Jonathan, joder estas sólo a 2 kilómetros de acabar y aún puedes hacerlo. ¿Qué coño te pasa?, tú no eres así. DESPIERTA DE UNA PUTA VEZ. ¿Qué pensará tu familia y tus amigos de esto? ¿Cómo vas a decirle a toda la gente que te ha escrito para darte ánimos y que han apostado por ti que te has rendido a dos kilómetros de la meta?" Exhalo un grito de rabia y empiezo a caminar de nuevo, luego a trotar y finalmente a correr.
Puedo ver la Ciudad de las ciencias y las artes delante de mí. Sólo 500 metros me separan de la meta para ponerle fin a este infierno y el maratón decide darme otro palo más. Las rodillas se doblan, las piernas no soportan mi peso y caigo de rodillas al suelo. La crueldad del momento hace que me sienta humillado por una de las pruebas más duras del atletismo. Cuándo creías que ya podías dejar de sufrir Valencia ha decidido recordarte que para ser un Dios entre dioses hay que temblar, llorar, sufrir, arrodillarse y levantarse tantas veces que ya has perdido la cuenta.

Entras en la alfombra azul y oyes a las 2.000 personas que llenan las gradas gritando y aplaudiendo. Oyes a los fotógrafos inmortalizando tu agonía, al speaker decir tu nombre y oyes resonar en tu cabeza esas palabras que siempre te dices al acabar: "lo has vuelvo a hacer, deja de sufrir" Cruzas la línea de meta y no muestras ninguna emoción...no estas feliz, no estas satisfecho ni tampoco estas enfadado. Decidiste arriesgar y no salió como esperabas y te sientes humillado. Por eso no sonríes, ni lloras, ni hablas. Por eso la gente juega al fútbol, al tenis o al baloncesto, pero nadie juega a correr un maratón. La maratón puede dejarte tirado vomitando en una cuneta, puede romperte las piernas de dolor y obligarte a arrastrarte para llegar a meta. Correr un maratón puede hacer que pases de sentirte fuerte y confiado a estar hundido y humillado en apenas unos pocos metros. Un maratón es la brutalidad física de escalar el Everest pero sin disfrutar las fabulosas vistas desde la cima del mundo.

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