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Soy un hombre que quiere ser gigante.

Soy un soñador, una mente inquieta y despierta. 

          Si quieres conocer a alguien hazlo en sus peores momentos. En aquellos en los que la razón se nubla, donde dispones de apenas unas pocas milésimas de segundo para decidir y esto hace que fluya tu verdadero yo. Ese que no lleva a engaños, el más puro y trasparente.

          Siempre me había considerado un chico normal. No me creía capaz de hacer grandes cosas, lo cuál no significaba que careciera de ese potencial, simplemente no lo sabía. En mi caso, el detonante fue la mayor bofetada que me ha dado la vida. Con 18 años y toda la vida por delante me diagnosticaron una enfermedad degenerativa llamada enfermedad de Kiemböck. No quiero extenderme mucho en explicar en qué consiste, podéis encontrar información en https://es.wikipedia.org/wiki/Enfermedad_de_Kienb%C3%B6ck  pero básicamente es la muerte celular del hueso semilunar. Algunos de los síntomas son artrosis reumática, disminución de la movilidad y fuerza de prensa y un dolor tan intenso que prefiero no recordar.

          Después de dos años y medio de operaciones y rehabilitación mi cabeza había tocado fondo. Era un chaval cargado de inseguridades, débil y al que le habían arrebatado sus sueños de golpe y sin ningún tipo de piedad. El deporte, aquello que tan feliz me había hecho, era lo mismo que acababa de destrozarme la vida. Todavía no sabía que iba a ser lo mejor que me podía pasar. Suena irónico ¿verdad?. Os lo explicaré:

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          En aquellos momentos en los que te cierran todas las puertas a tu espalda, la única opción es seguir caminando. Era el momento de tomar decisiones importantes, era la hora de madurar y decidir. Siempre recordaré las palabras de mi cirujano: "es hora de cambiar el chip Jonathan, tienes que plantearte un cambio de vida radical, dejar el deporte, estudiar otra cosa..." algo terrible para alguien que se refugiaba en el deporte porque allí era el único "sitio" en el que se sentía bien. Ahora bien, estoy seguro de que él tampoco olvidara mis palabras: "no voy a dejar el deporte y usted va a ver como vuelvo con un título debajo del brazo la próxima vez que nos veamos". Las opciones eran claras. Vivir una vida para la que no estaba hecho, condenado a ser alguien que no soy y conservar las esperanzas de seguir esquivando una operación mucho mas agresiva y totalmente limitadora para mi, o escoger ser valiente y ser yo.

El camino no ha sido fácil, nada lo es en la vida pero ahí reside la grandeza de tus logros. Si no puedo montar en bici, correré; si no puedo practicar Kárate, nadaré y si no puedo ser deportista me dedicaré a que otros lo sean por mí. Trabajé duro después de cada sesión de rehabilitación diaria. Pasaba horas en casa haciendo ejercicios roto de dolor, incapaz de coger una zapatillas con la mano o de cortarme una rodaja de pan. Conseguí que una intervención con un 5% de probabilidad de éxito y con una esperanza de 5 años no solo se recuperase bien sino que además dura ya 12 años. Tuve que adaptar muchos gestos, cambiar ciertos hábitos pero a medida que pasaba el tiempo mi cabeza se forjaba más fuerte e indestructible que nunca. No podría explicaros qué ocurría en mi cabeza, solo sé que en lo único que pensaba todo el tiempo era no tirar la toalla nunca y conseguir aquello que quería aunque el universo conspirará en mi contra.

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          Actualmente trabajo como monitor deportivo impartiendo infinidad de clases, saqué la carrera de maestro en Educación Física y conseguí matricula en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Monto en bici, juego al padel, levanto pesas y sobretodo corro. Corro para seguir demostrándome que no hay nada que no pueda conseguir. Que el poder de la mente es incalculable y que un hombre puede soñar con ser un gigante y conseguirlo. Es la manera que tengo de demostrarme que nada puede conmigo, que sólo hay que querer algo con toda tu alma para que se haga inevitable.

 

          La gloria es de aquellos que la persiguen sin descanso y eso es algo que tengo grabado a fuego en mi corazón. Atrás quedó aquel chaval de 18 años inseguro, frágil por dentro. Ahora soy un hombre que, aun sabiendo que es mortal, se cree un Dios. Ahora soy indestructible mentalmente y quiero ayudar a crear mentes "unbroken"

         

          Este es la verdadera razón de este blog. Ayudar a gente a través de mi experiencia a encontrar la grandeza que habita en todos nosotros y que a veces es tan difícil de encontrar. Servir de ejemplo de motivación y superación en cualquier ámbito. Hacer tertulia de cualquier tema y mostrar mis sueños al mundo.

 

          Quiero formar una gran familia, porque en la unión esta la fuerza.

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